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Edición no lineal de bajo costo: Mejor, piénselo dos veces

Muchos productos de menos de US$1.000 con calidad broadcast han sido diseñados para el mercado de usuarios domésticos, y tal vez algunos de ellos no respondan a las expectativas del usuario profesional.

La publicidad de los fabricantes de sistemas de video digital de bajo costo viene despertando grandes expectativas. No es extraño encontrar anuncios que ofrecen sistemas completos de edición por una inversión de mil dólares o menos, lo cual resulta muy atractivo para los pequeños productores de televisión y los videógrafos independientes. Sin embargo, para evitar sorpresas desagradables es necesario hacer algunas precisiones con respecto a este tipo de productos.

Ciertamente, los pequeños sistemas de edición no lineal diseñados para funcionar en computadores personales corrientes son opciones que pueden satisfacer cabalmente las necesidades de algunos usuarios en el área de postproducción. Pero el principal problema que afecta a estos equipos es el exceso de expectativa.

¿De dónde vienen?

Casi siempre el centro de un editor no-lineal doméstico es una tarjeta de video digital que cumple la tarea de capturar el material originado por medios convencionales y almacenarlo como video digital comprimido en discos duros adecuados para este uso. Adicionalmente, la misma tarjeta permite reproducir este material a voluntad.

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Estas tarjetas han empezado a ocupar un nicho del mercado que nace de la convergencia entre la tecnología convencional de video y la enorme demanda de productos multimedia en el mercado de los computadores personales. El primer problema que debe enfrentar el comprador inteligente es de tipo semántico, pues aparentemente video no significa lo mismo en la industria de los computadores y en la de televisión.

El atractivo de esta tecnología está en que muchas de estas tarjetas ofrecen "calidad broadcast". Cuando el usuario potencial descubre que su computador personal en proceso de obsolescencia acelerada puede servir para producir imágenes dignas de ser emitidas, es presa de un justificable entusiasmo, y esto puede llevarlo a tomar decisiones apresuradas.

Pero, ¿qué es "calidad broadcast"? En rigor, y en el estado actual de la tecnología de televisión, la "calidad broadcast" está determinada por el cumplimiento de ciertas especificaciones técnicas en las señales de video que se vayan a emitir. Y estas especificaciones responden a medidas que se dan en el dominio analógico. La señal de video en color está compuesta por imágenes entrelazadas, con una frecuencia de 50 o 60 campos por segundo, con determinados requerimientos de timing.

¡Atención! Esto quiere decir que una señal de muy baja resolución, originada en un camcorder VHS, por ejemplo, puede procesarse con un TBC para obtener imágenes de "calidad broadcast". Creo que la mayoría de lectores estarán de acuerdo conmigo en que esto no es cierto. En la práctica, la definición de la calidad de imagen adecuada para emisión es una cuestión subjetiva, asociada al formato de grabación que se utilice, la calidad de las cámaras y el equipo de postproducción. Incluso puede depender de la iluminación. De hecho, una señal electrónicamente perfecta puede contener imágenes de pésima calidad.

Lo que debe tenerse en cuenta es que muchos de estos productos con "calidad broadcast" han sido diseñados para atacar el mercado de los usuarios domésticos de equipos multimedia, y tal vez algunos de ellos no responden a las expectativas del usuario profesional. Antes de entregar el fruto de sus largas sesiones de rodaje a un sistema de video digital es mejor tratar de comprender que hará el computador con el material.

"Calidad broadcast" versus calidad suficiente

Recordemos que la industria de los computadores ha estado dispuesta a calificar como video a la pequeña ventana de Video for Windows o de QuickTime en la cual vemos una secuencia de imágenes saltarinas a quince cuadros por segundo. Ciertamente este escenario ha evolucionado, y actualmente un computador personal corriente puede alcanzar a reproducir secuencias cortas de imágenes a 30 cuadros por segundo. Pero cualquier videógrafo serio reconocerá que para aplicaciones profesionales esta calidad de video es inaceptable.

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Las tarjetas de video digital de más bajo costo se limitan a capturar imágenes en baja resolución para luego reproducirlas como video "real" en un televisor corriente. ¿Qué ocurre en estos casos? Las imágenes se extienden hasta llenar la pantalla, y nada más. Una imagen de 320 x 200 pixels puede resultar aceptable para un orgulloso padre de familia que quiere conservar en video las travesuras de sus hijos, pero si se trata de emitir un reporte noticioso o un documental, esta calidad no es suficiente.

Hagamos un breve paréntesis para aclarar algunas cosas. Primero, estos pequeños editores no lineales están sujetos a las limitaciones características del uso del video digital comprimido. Para poder hacer viable el almacenamiento de imágenes en movimiento en discos duros es indispensable aplicar esquemas de compresión que afectan la calidad de la imagen resultante (ver TV&Video Marzo/Abril 1997). Y en segundo lugar, hay que recordar que cada usuario tiene expectativas diferentes.

Nuestro padre de familia seguramente está acostumbrado a la calidad infame de las copias de video en formatos de 1/2 pulgada, y súbitamente encuentra un sistema que le permite digitalizar su material, editarlo y luego generar cuantas copias quiera, todas "de primera generación". En justicia, este usuario está beneficiándose con su uso del video digital. Es posible que encuentre algunos problemas de sonido, pues las tarjetas de menor costo tienen cierta tendencia a perder la sincronía entre audio y video, pero es probable que a nuestro amigo esto no le parezca tan grave. Cuando termina su postproducción está viendo un subsampling de su video original, una copia de resolución reducida, a la cual seguramente se aplicó una compresión de 16:1, y que además puede tener algunos problemas de lip-sync. Pero si su material se había originado en VHS o Video8 realmente no es tanta la pérdida. De hecho obtiene video estable, con una base de tiempo perfectamente regular y sin los saltos característicos de las grabaciones en cinta. Y, además, es perfectamente posible que no note los defectos que la compresión ha introducido en sus imágenes, que en última instancia serán enmascarados en la grabación final, pues cuando transfiera su master a VHS la pérdida de resolución normal servirá para ocultarlos.

Este usuario seguramente se sentirá insatisfecho con la pérdida de calidad que encuentra al terminar sus proyectos. Y seguramente concluirá que el problema es tener que someter su valioso material a las inclemencias de la grabación analógica. Posiblemente decidirá conseguir una grabadora S-VHS, o quizás un camcorder DV y entonces podrá apreciar los estragos que hace la compresión en sus imágenes y tendrá que cambiar sus discos duros, quizás cambiar el motherboard de su computador, descubrirá lo que ocurre con el material grabado en DV cuando pasa por un encoder de video compuesto, comprará cantidades ingentes de RAM y es perfectamente posible que finalmente adquiera una tarjeta de video digital de mayor resolución, quizás de 640 x 480 pixels, con entrada y salida digital. ¿No habría sido mejor que hubiera conseguido desde el principio una tarjeta con mejores especificaciones?

Calidad suficiente versus inversión

La pequeña tragedia doméstica del usuario de nuestro ejemplo nos lleva a contemplar otro problema; al contrario de lo que insinúan los fabricantes de tarjetas de video digital, implementar un editor no lineal en un computador corriente no es una tarea sencilla. Es necesario adquirir discos duros especialmente diseñados para aplicaciones de audio y video, los cuales necesitan una tarjeta controladora especial. El computador debe estar equipado con una tarjeta de gráficos de gran capacidad. Se necesita una buena cantidad de memoria RAM, toda la capacidad de procesamiento que sea posible conseguir y una tarjeta de video digital cuidadosamente seleccionada en función de las expectativas del usuario.

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Todo lo anterior representa dinero. No se trata de grandes cantidades, pues es perfectamente posible montar un editor funcional con una inversión bastante inferior a los US$10.000, e incluso un sistema básico con menos de US$5.000. Pero de cualquier modo este nivel de costos está un poco más arriba que el de los anuncios que ofrecen "editar sus videos en casa por $299.95".

La selección de la tarjeta de video digital es de la mayor importancia. Hay que recordar que la evaluación de la calidad del video es en gran medida una cuestión subjetiva, por lo cual se recomienda tratar de ver equipos diferentes en funcionamiento, preferiblemente procesando los mismos pregrabados. En general, las tarjetas de distintos fabricantes que tienen precios equivalentes ofrecen niveles de calidad similares, pero es posible encontrar diferencias visibles entre algunas de ellas. En todos los casos es mejor adquirir las tarjetas que tienen incorporado el manejo de sonido, que por lo general eliminan la pérdida de sincronía entre audio y video. Es necesario revisar las especificaciones técnicas para verificar el mínimo nivel de compresión que la tarjeta puede alcanzar, y sus posibilidades de expansión.

Hay que considerar en qué formato se va a originar el material. Algunas tarjetas solamente ofrecen entradas y salidas de video compuesto, aunque la mayoría tiene conexiones de S-Video que permiten obtener mejor calidad con grabadoras S-VHS y Hi8. Si se planea utilizar formatos profesionales con grabación por componentes es deseable tener las conexiones adecuadas para no degradar innecesariamente el material. Si se pretende utilizar el editor para procesos de postproducción off-line/on-line hay que asegurarse de que sea posible digitalizar el código de tiempo del material original.

Un punto importante es que algunas de estas tarjetas ofrecen la posibilidad de capturar material grabado en formato DV a través de un puerto FireWire, pero no almacenan el material en los discos conservando la compresión original (ver TV&Video Latinoamérica Julio/Agosto 1997). En estos casos la edición digital no es transparente, pues el transcoding entre sistemas de compresión puede afectar la calidad del video. En algunos casos el procesamiento de material DV de forma transparente requiere una tarjeta adicional para la entrada y salida de material vía FireWire.

La verdad es que montar un sistema de edición en un computador doméstico puede convertirse en una pesadilla. O puede ser tan sencillo como instalar dos tarjetas y volver a encender la máquina. El problema básico es que nunca se sabe qué va a ocurrir con cada equipo en particular, pues la diversidad del mercado de los clones puede hacer aparecer pequeñas incompatibilidades entre las diferentes piezas de hardware que pueden generar problemas sin previo aviso.

Como a nadie le gusta pasar noches enteras cambiando jumpers, editando archivos de configuración y haciendo innumerables ensayos, el ideal es construir un computador específico para el equipo de edición siguiendo las recomendaciones de los fabricantes de la tarjeta de video digital y de la controladora de discos duros. Normalmente los fabricantes tienen disponible un listado de equipos que han probado con sus productos y que no es muy probable que presenten problemas. Esto supone que exista un contacto directo con el fabricante, que normalmente puede conseguirse sin mayor inconveniente por e-mail o correo convencional.

En ningún caso es conveniente comprar equipos sin soporte técnico local. Y es pertinente considerar la posibilidad de pagar por el ensamble del equipo si el usuario final no tiene ciertos conocimientos sobre hardware y sistemas operativos.

Una vez que superados todos estos inconvenientes, el usuario profesional puede empezar a disfrutar su equipo... aunque a veces puede encontrar sorpresas desagradables.

Software y otras limitaciones

Nuestro videógrafo profesional hace arrancar su computador, invoca el mágico paquete de software que le permitirá olvidar de una vez por todas las horas de espera en la sala de edición... y descubre horrorizado que su sofisticado editor no lineal no le muestra de forma instantánea el resultado de su trabajo. Y cuando quiere hacer una disolvencia empiezan a aparecer mensajes misteriosos sobre el rendering de los efectos. Quizás encuentre que el software que acompañaba a su tarjeta de video digital no incluía algún programa que se parezca remotamente a un generador de caracteres. Y no encuentra por ninguna parte una opción que le permita ajustar los niveles de sonido. Por otra parte, el sonido que ha digitalizado tiene una calidad que resultaría excelente... para un teléfono celular.

Después del pánico inicial el usuario decide que es mejor recurrir a los manuales y empieza a descubrir varias cosas. Por ejemplo, que hay que configurar su equipo para que digitalice el sonido con un sampling que le permita conservar su calidad original. Con el tiempo encontrará que puede generar títulos y gráficos en cualquier programa de pintura e importarlos con facilidad a sus videos. Seguramente encontrará que si sus videos requieren alcanzar especificaciones técnicas profesionales debe controlar cuidadosamente la imagen con un monitor de forma de onda. Pero también encontrará que su editor no-lineal tiene algunas limitaciones que lo diferencian de los equipos de mayor costo.

La mayoría de los equipos no lineales de este tipo no pueden mostrar instantáneamente el resultado de un corte. Para poder hacerlo tienen que generar un nuevo clip de video que permita visualizar la edición. Y si se quiere ver el programa completo es necesario producir un clip continuo con el material que ha quedado involucrado en la versión final del programa. Esto implica que el espacio utilizable en los discos duros se reduce a la mitad, pues para poder finalizar el programa es necesario copiar todo el material, tal como en un sistema lineal. Este proceso puede durar desde algunos minutos hasta varias horas, según el equipo del que se trate.

Cuando el programa queda consolidado es posible borrar los pregrabados originales y conservar solamente el clip del programa terminado, pero este ya no es editable. Algunos sistemas ofrecen soluciones intermedias, como utilizar en paralelo una copia del material en baja resolución que permite visualizar el material sin mayor demora, pero estos remedios pueden resultar inadecuados para un usuario acostumbrado a un editor que opere en tiempo real.

Esta es una limitación que se origina en factores tanto de hardware como de software. Muchas de las tarjetas disponibles en el mercado tienen la capacidad de entregar un playback continuo de video digital, siempre y cuando el computador de base les entregue información de forma continua y sin interrupciones. Pero algunos computadores tienen una implementación imperfecta del bus PCI que hace imposible que se puedan manejar las ratas de transmisión de datos necesarias para procesar video digital de calidad aceptable. Aunque los discos duros y las tarjetas de video digital tengan la capacidad para manejar un flujo continuo de imágenes, la arquitectura del computador sigue siendo el cuello de botella.

Por otra parte, los sistemas operativos de los computadores personales imponen ciertas limitaciones en el tamaño de los archivos que pueden manejar, y en su esfuerzo por mantener la compatibilidad con los equipos antiguos ponen trabas a la capacidad de las máquinas para movilizar grandes flujos de información. Sin embargo, este problema está en vías de solución. Mientras los fabricantes de hardware ponen a la venta nuevos computadores perfectamente capaces de manejar video digital, Microsoft ha anunciado el lanzamiento de una nueva versión de ActiveMovie que mejorará la capacidad de los equipos basados en Windows para manejar video digital y les permitirá aprovechar al máximo las características de los procesadores MMX. De la misma forma, Apple incluirá algunas mejoras en las extensiones multimedia de las próximas versiones de sus sistemas operativos. Pero esto no asegura que en un plazo corto los equipos de edición de bajo costo puedan ofrecer playback de video de alta calidad en tiempo real. Las mejoras de software que se avecinan están orientadas básicamente a mejorar el desempeño de los equipos en aplicaciones multimedia que usan video de baja resolución. Algunos fabricantes han logrado solucionar este problema mediante el diseño de sistemas de software que permiten aprovechar al máximo el potencial de los computadores para obtener playback de video en tiempo real, pero para lograrlo necesitan mejorar las especificaciones, y el costo, de las tarjetas de video digital. Aunque estas tarjetas pueden alcanzar un costo superior a los US$3.000 pueden resultar una opción válida para los usuarios más exigentes. Sin embargo, los realizadores de bajo presupuesto están condenados, al menos por un tiempo, a trabajar en un ambiente sin playback instantáneo de su material.

El problema del render

Los editores no lineales de bajo costo ofrecen un repertorio de efectos especiales muy respetable, pero estos efectos son generados por software. A diferencia de las unidades DVE convencionales, que cuentan con hardware especializado para modificar el video en tiempo real, las tarjetas de video digital le ceden esta tarea al procesador del computador. Y como el procesador es una gran calculadora diseñada para "mascar números" de forma lineal, necesita tomarse su tiempo para hacer el render o "generar" los efectos.

La mayoría de usuarios de editores no lineales no han logrado reconciliarse con la necesidad de "calcular" los efectos para poder visualizarlos. Si un usuario quiere hacer una disolvencia de un segundo entre dos imágenes, esto quiere decir que el computador deberá "calcular" o "dibujar", si se quiere, la secuencia de 30 cuadros que presenta la transición entre los dos planos. Este proceso requiere la movilización de alrededor de 150 Mb de información, la mayor parte de la cual debe ser generada por el procesador del computador. En términos prácticos esto representa tiempo. Y, además, espacio de almacenamiento. El video del efecto es video "nuevo", diferente de las dos tomas originales, y ocupa su propio espacio en los discos duros.

Algunas tarjetas de video digital incluyen "aceleradores" de hardware que permiten reducir el tiempo de rendering de los efectos que se usan con mayor frecuencia. Otras tienen coprocesadores que permiten acelerar de forma global el rendering de cualquier efecto. Y algunas simplemente dejan la tarea de "calcular" los efectos a un lado, y se limitan a reproducir el video con el efecto que el computador ha calculado laboriosamente durante varios minutos. Cada usuario debe definir la opción más conveniente para su caso en particular teniendo en cuenta que, nuevamente, el hardware de aceleración representa un costo adicional.

En la práctica, el render de los efectos es un problema menos grave de lo que parece. De hecho, el software de edición no lineal incluye funciones de batch rendering que permiten programar los efectos y hacer el rendering de los mismos en serie, sin necesidad de atender al computador. Sin ir más lejos, este sistema de trabajo se encuentra con frecuencia en los equipos de edición no lineal de alto costo, que normalmente necesitan una inversión adicional en hardware para poder hacer efectos de video en tiempo real.

Más diferencias

Nuestro sufrido usuario encontrará otras características propias de los editores no lineales que al principio le resultarán muy incómodas. Cuando quiera corregir el volumen de un clip de sonido tendrá que someterse a un rendering, pues está pidiendo la modificación global de un flujo de audio digital, y esto es muy diferente del efecto que tiene mover un potenciómetro en un mezclador de sonido. También encontrará que cuando necesite corregir el color de una toma tendrá que hacerlo como un efecto con un tiempo de render especialmente largo. En definitiva, encontrará que es muy importante controlar la calidad del audio y el video en el momento de digitalizar el material para optimizar su sistema y ser más productivo.

Seguramente con el tiempo adquirirá algunos accesorios que pueden parecer fuera de lugar en un sistema de video digital, pero que resultan de la mayor importancia. Por ejemplo, adquirirá un mezclador de sonido que le permitirá controlar sus señales de sonido al entrar y salir del computador. Posiblemente instale un monitor de forma de onda y un TBC para poder controlar la calidad del video que va a digitalizar, y quizás decida adquirir videograbadoras y monitores de buena calidad.

Después de seguir este proceso, el usuario tendrá un equipo de edición no lineal muy productivo, que le permitirá manejar video digital con una compresión de alrededor de 4:1 y con una relación costo-beneficio muy interesante. Lo más importante es recordar que el proceso de construcción de un sistema de este tipo debe estar basado en una rigurosa investigación y en un análisis muy serio de las necesidades de cada quien. Si se hacen compras apresuradas se corre el riesgo de pagar por características que no van a utilizarse, o bien de comprar equipos que no sean capaces de satisfacer las necesidades reales. Y en el fondo se trata de dos formas diferentes de lograr lo mismo: perder dinero.

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