Pocos negocios tan dinámicos como el de la televisión. De hecho, la globalización ha tenido en ella su principal punta de lanza. No obstante, el poder homogeneizador de la globalización es contrarrestado por las audiencias nacionales y regionales que exigen cuotas de contenidos locales.
A diferencia de lo que sucedía tradicionalmente, cuando el mercado internacional de televisión se hacía sobre productos terminados, ahora se ofrecen ideas o estructuras de programas, diseñadas por grupos creativos para satisfacer al televidente universal. Este es un nuevo mercado, en el que, en plena globalización, se respetan las diferencias culturales y cada país produce sus versiones propias.
Mezcla de realidad y ficción fabricada a la manera de la televisión, el concepto ´formato se dio originalmente en el género de los realities. Expedición Robinson, Gran Hermano, Protagonistas de Novela y Factor X son ejemplos de formatos universales y exitosos.
En la actualidad, ese concepto se aplica por extensión también a concursos como Quién quiere ser millonario y programas dramatizados. Es el caso de la telenovela Betty la Fea, de Fernando Gaitán, cuya escaleta ha sido vendida en los cinco continentes, para que cada país adapte su propia versión a las idiosincrasias nacionales.
También se han convertido en formatos series norteamericanas como Desperates Housewive, Who is the Boss, Married... with Children, de los que se han hecho versiones en Argentina, Colombia y otros países.
Esta explosión de los formatos ha generado un fenómeno extraordinario en la industria. Su incidencia ha permitido desarrollar un lucrativo negocio en países como Estados Unidos, Holanda e Inglaterra. Latinoamérica no ha sido la excepción, y países como Argentina han logrado entrar al negocio de los grandes exportadores, gracias a exitosos productos que se han emitido en Italia, México, España y Uruguay, entre otros.
Para nadie es un secreto que para un canal de televisión resulta más rentable en tiempo y dinero, producir esquemas exitosos que hayan sido probados en sus respectivos países de origen, y no correr riesgos innecesarios frente al estreno de un nuevo producto cuyos resultados son inciertos.
Sin embargo, en la televisión de hoy no existen verdades absolutas respecto a esta lógica del mercado. Algunos expertos mencionan que el éxito de un formato depende en determinados casos de una correcta adaptación, de la manera en que se programe, así como de la competencia y los gustos de la audiencia.
Casos como el de la primera telenovela colombiana interactiva, Buscando el cielo, que sufrió un fracaso estrepitoso, demuestran que en la industria nada está escrito y más si se tiene en cuenta que en países como México y Brasil, este experimento arrojó resultados positivos.
También se han presentado casos atípicos como el de la telenovela juvenil Rebelde Way, de Argentina, cuyo formato fue exportado y adaptado al mercado de diversos países, entre ellos México, en donde la producción de Televisa Rebelde, logró niveles de sintonía altísimos entre la juventud, opacando la producción original, tal como lo hizo la telenovela Los Reyes, en Colombia, adaptación de Los Roldán, de Argentina.
Cabe anotar que la compra de un formato surge de la necesidad que tienen las cadenas de televisión de cubrir sus franjas de parrilla adquiriendo los derechos para producir y emitir el programa, así como enfrentarse al desgaste propio que suelen sufrir las ideas.
Sin duda, el negocio de los formatos ha crecido a pasos agigantados y su futuro depende de algunos factores, pero los más importantes son la creatividad y la exploración de nuevas oportunidades para un negocio que está comenzando y que promete.
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