Es poco lo que en estos días queda relativamente intocable a los desarrollos inspirados del hombre moderno. La marcha fenomenal de la tecnología de los computadores palpa e incursiona en la mayoría de los objetos mecánicos y manuales. Sin embargo hay un desarrollo, único en su género, un invento originado en el siglo pasado, que no ha sido superado aún por la alta tecnología moderna y éste, por supuesto, es la película. Como medio de capacitación de imagen es casi tan buena como el ojo humano. Ciertamente, se han presentado muchos adelantos en el diseño de su emulsión, así como mejoras en su capacidad de reproducción de la imagen original pero, en ese aspecto, su superioridad intrínseca comparada con cualquier medio electrónico continúa incólume.
Una fortaleza considerable de la película como medio es el que todas las mejoras y adelantos de las emulsiones, no hacen que entre en desuso ninguno los equipos de cine comprobados y trajinados. Por ejemplo, si se toma una cámara cinematográfica de cuerda de 16 milímetros originaria de los años 50, y se carga con la más moderna película de grano fino Eastman EXR, la capacitación de la imagen resultante será mejor que la de cualquiera de los sistemas propuestos de televisión de alta definición, HDTV.
El video tiene sus puntos fuertes en cuanto a la velocidad de capacitación, la inmediatez y la facilidad de duplicación. Por consiguiente, sin éste no sería posible la programación instantánea de TV, tal como las noticias y los eventos deportivos en vivo.
La película no se afecta ante las inconveniencias reconocidas que tiene la pantalla de televisión. Para los programas de mejor calidad —dramas televisados, documentales y comerciales— donde la inmediatez no constituye un asunto crítico, la película es el mejor medio original que se debe considerar.
Una expresión citada frecuentemente es "la apariencia de película". Pero ella ciertamente resiste la prueba del tiempo. Es esa apariencia la que transmite con gran claridad la amplitud de colores, las texturas delicadas, las sombras sutiles y el detalle diminuto. Esa apariencia que tiene el poder de reflejar emociones, de evocar la imaginación y de informar, de influir y, sobre todo, de recrear con un poquito de magia.
La película dentro de una cámara no presenta ningún obstáculo para la creatividad del camarógrafo y, una vez grabada, la imagen no es una señal electrónica, invisible y abstracta, sino la imagen entera que se captura para que el ojo humano la puede ver continuamente.
Lo que se ve es lo obtiene en la cámara de cine —colores completos con enfoque controlado, contrastes y texturas para la interpretación creativa. El proceso posterior en el laboratorio y la conversión final de la imagen de película a vídeo por medio del telecine ofrecen margen de seguridad y libertad creativa. Los errores de exposición se pueden corregir en el laboratorio; el color y el contraste se pueden modificar durante la transferencia final a la cinta.
Cuando se trata de posproducción, las únicas limitantes a la creatividad las constituyen el tiempo y los presupuestos. Los efectos especiales y la manipulación de la película digital son áreas de desarrollo y potencial emocionantes y mientras lo que ingrese inicialmente a la película sea bueno, mejor resultado se producirá.
Antes que nada, la película está hecha a prueba de futuro. Los programas originados en la película Eastman EXR de hoy en día producirán ingresos mañana, bien se trate de requerimientos para pantalla ancha o para HDTV, o bien se necesiten satisfacer 5 ó 500 canales. Para cualquier tipo de programa del futuro, se hace obligatorio originar la imagen en la película de ahora, bien sea lograr lo mejor posible en 35 mm, o para el muy bueno Super16 mm. Ninguno de los dos llegará a ser obsoleto, pues los dos cumplen con estándares internacionales y, tanto el uno como el otro, fácilmente se pueden transferir a todo tipo de formatos y estándares de vídeo a nivel mundial.
El poder que tiene la película no ha cambiado intrínsecamente desde su concepción original —simplemente se ha acercado aún vez más a emular la respuesta del ojo humano en todas las capacidades visuales... y nada que haya hecho por el hombre puede mejorar eso.
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