Hay un lugar donde la diversidad cultural de hoy estalla y se convierte en conflicto: ese lugar es la escuela. Pero la escuela escamotea su conflicto con la cultura audiovisual reduciéndolo a sus efectos morales, a un discurso de lamentaciones sobre unos medios –especialmente la TV, el walkman, los videojuegos– que les roban el tiempo libre a los jóvenes, manipulan su ingenuidad e idealismo, inoculan superficialidad y conformismo haciéndolos reacios a cualquier tares seria, desvalorizan el libro y la lectura exigente. Traducido a estos términos, el conflicto hablaría únicamente de la lucha de la escuela contra la seudocultura del entretenimiento y ese nuevo analfabetismo que encubren la proliferación de imágenes y la música-ruido.
Esa denuncia es, sin embargo, demasiado reductora y oculta que el desafío del mundo audiovisual a la escuela se plantea en niveles más específicos y decisivos: el de la cultura de la información y el de las nuevas formas de socialización. ¿Qué significa saber en la era de la información? Ahí se ubica el desafío de fondo a la pretensión de la escuela de ser el único espacio legítimo de organización y transmisión de los saberes. Como archivo y como programa, el computador y la televisión desbaratan esa pretensión. Y la experiencia cotidiana del maestro atestigua esa distorsionadora presencia en la vida escolar de lógicas, saberes y relatos que escapan a su control. De otra parte los medios audiovisuales constituyen hoy un poderoso ámbito de socialización, esto es, de elaboración y transmisión de valores y pautas de comportamiento, de patrones de gusto y estilos de vida. Y ahí también el desafío es específico, pues viene a desmontar viejas y resistentes formas de autoridad e intermediación que configuraban hasta hace no mucho el estatuto y el poder social de la escuela.
De ahí que ni los jóvenes acepten hoy una educación organizada exclusivamente sobre la cultura letrada ni la escuela prescinda por completo de los medios audiovisuales. Pero, ¿qué tipo de usos hace la escuela de los medios? Modernizante e instrumental. Modernizante significa que para la mayoría de las escuelas la presencia de la videograbadora y el computador formar parte de los gestos más dirigidos hacia fuera que hacia dentro, hacia el prestigio de modernidad que por sí mismas otorgan ciertas tecnologías y a su capacidad de amenizar la rutina escolar.
De ahí que en últimas la presencia en la escuela de los medios audiovisuales, y del computador últimamente, se agote en un uso instrumental: que es aquel que abstrayendo los medios de sus peculiaridades comunicativas y su densidad cultural se sirve de ellos no como estrategias de conocimiento sino únicamente como "ayudas", exteriores al proceso pedagógico o en ejercicios puramente formales, como cuando se aprende a usar el computador no para utilizarlo como herramienta intelectual sino para que el alumno pueda demostrar que aprendió a usarlo.
Lo que ese uso modernizante/instrumental trata de conjurar es justamente el reto que los medios entrañan para el sistema educativo, el abismo que su desarticulación de la vida escolar abre entre la cultura desde la que enseñan los maestros y aquella otra desde la que perciben, sienten, piensan y hablan los alumnos. Una escisión que es necesario afrontar cuanto antes ya que los hábitos de relación con los medios y las tecnologías de información y comunicación no podrían cambiarse sin afectar al estatuto de la educación en la sociedad y sin que la escuela se haga cargo de lo que los medios audiovisuales son y significan culturalmente.
Nota del editor:
Para el equipo editorial de la revista TV&Video Latinoamérica es muy placentero presentar a Jesús Martín-Barbero, un profundo conocedor del fenómeno de la comunicación en América Latina y quien desde la tercera edición estará compartiendo con nuestros lectores sus valiosos análisis. Jesús Martín-Barbero es un español que reside en Colombia desde hace más de 30 años, con doctorado en filosofía en la Universidad de Lovaina (Bélgica), estudios de postgrado en semiótica y antropología en la Escuela de Altos Estudios de París e investigador asociado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Se ha desempeñado, entre otros, como director del Departamento de Ciencias de la Comunicación en la Universidad del Valle, presidente de la ALAIC –Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación– y profesor invitado en programas de postgrado de prestigiosas universidades latinoamericanas y europeas. También es miembro del Comité Consultivo de FELAFACS –Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social– y colabora como asesor de numerosas revistas como Sociedad de Argentina y TRAVESIA-Journal of Latin American Cultural Studies de Londres. Entre sus publicaciones se destacan: Comunicación masiva: discurso y poder; De los medios a las mediaciones; Televisión y melodrama; y Communication, Cultura and Hegemony.
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