¿Es viable automatizar la transmisión a bajo costo?

El tema de automatización de operaciones de transmisión generalmente está ligado a inversiones monumentales en equipos muy complejos, de difícil mantenimiento y con sistemas de control que solo entienden los iniciados. Casi siempre la imagen que se nos viene a la mente es la de un sistema montado en cuatro o cinco racks dotados de puertas semitransparentes a través de las cuales alcanzan a verse unas cuantas grabadoras de video y una maraña de servomecanismos que se mueven frenéticamente transportando cassettes de un lado para otro.

Los fabricantes de VTRs atacaron el problema del playback automatizado mediante la simple combinación de los componentes disponibles en la época. Recurrieron a instalar una serie de grabadoras junto a un almacén de cassettes, y los mayores esfuerzos de diseño se concentraban en los delicados sistemas robóticos que alimentaban las grabadoras. Los sistemas de control generalmente estaban basados en microcomputadores corrientes que corrían software dedicado al control de las máquinas y de los sistemas de enrutamiento necesarios para entregar audio y video de forma continua.

Este tipo de sistemas requerían intensos programas de mantenimiento para asegurar un desempeño adecuado. Normalmente era necesario suspender la operación por un par de horas a la semana para recalibrar los servomecanismos y el sistema de control, los cuales constantemente debían irse ajustando a las variaciones en el desempeño de las partes mecánicas. Extraer una grabadora para hacerle mantenimiento podía representar una parada de una hora, pues para poder trabajar con seguridad en el equipo era indispensable detener el sistema de inserción de cintas.

Con el tiempo estos sistemas se fueron quedando cortos frente a las exigencias de las grandes redes. El principal deseo de los canales era poder acomodar cambios de última hora. Normalmente estos cambios podían marcarse algunos minutos antes de la emisión, pero lo que resultaba imprevisible era la aparición de conflictos del tipo "el-comercial-que-sigue-está-cuarenta-minutos-más-adelante-en-el-mismo-cassette"... Cuando el cliente quería más flexibilidad generalmente era necesario instalar más transportes y duplicar las cintas con los clips más usados. Esto representaba más dinero, más espacio y sistemas más complejos.

El panorama cambió completamente con la aparición de las primeras DDRs (Digital Disk Recorders) realmente funcionales. Pequeñas compañías especializadas en sistemas de control remoto y automatización en plantas fabriles atacaron el mercado de la transmisión automatizada presentando un modelo de trabajo alternativo: Sistemas más compactos, equipados con una o dos VCRs, una o dos DDRs y que ofrecían un desempeño comparable al de los monstruosos sistemas equipados con seis o más grabadoras.

En estos sistemas el protagonista es el software. Al contar con un espacio de grabación con acceso aleatorio las operaciones de transmisión podían funcionar de forma no-lineal, acomodando cambios segundos antes de cada corte. Normalmente el sistema mantiene en los discos los clips de uso más frecuente, y utiliza las máquinas para grabar, con algunos minutos de anticipación, el material que se mantiene off-line, en el banco de cintas. Con un sistema de este tipo es perfectamente posible que pasen varias horas sin que se utilice una grabadora para playback en directo, porque siempre se mantiene on-line el material que se va a utilizar inmediatamente.

Los avances más recientes en esta línea no provienen realmente de nuestra industria, sino de la del software. Por la misma época en que se lanzaron las primeras DDRs empezó a aparecer en el mercado una oferta significativa de sistemas administrativos especialmente diseñados para operaciones de televisión, los cuales poco a poco empezaron a involucrarse con el manejo de equipos y sistemas de playback.

Normalmente estos sistemas administrativos ofrecen soluciones de conectividad que permiten enlazar directamente la operación comercial con los sistemas de playback, de tal modo que los playlists se generan de forma automática desde los escritorios de los vendedores. Esto permite asegurar cambios rápidos para mejorar la rentabilidad de los espacios y ofrecer también un alto índice de cumplimiento. La aparición de estos sistemas ha llevado a que en los grandes mercados la publicidad del Prime Time, prácticamente se vaya subastando en tiempo real respondiendo a los resultados parciales de las mediciones de audiencia.

El siguiente paso de los fabricantes fue ofrecer servidores de video con la capacidad de grabar y reproducir varios canales al mismo tiempo. En un caso extremo es posible que el canal uno este entregando al aire un clip mientras el canal dos está capturando el clip que sigue inmediatamente. Y siempre queda la opción de rodar directamente una VCR, aunque la tendencia que se sigue en la práctica es la de dejar las máquinas para los programas y los discos para los spots... Y siguiendo esta tendencia han entrado nuevos jugadores al mercado: Los fabricantes de editores no lineales, para quienes el diseño de un producto de este tipo es un proyecto relativamente trivial.

Esta tecnología se ha desarrollado hasta el punto en que es posible montar sistemas de playback con capacidad para atender sistemas multicanal como los que operan en las grandes operaciones de televisión por suscripción. Una maraña de grabadoras, DDRs y Servidores interconectados forman un sistema de playback con una capacidad enorme. Gracias a la posibilidad de intercambiar información en tiempo real.

En el mundo real las operaciones automatizadas son tabú para los canales locales y las pequeñas operaciones de cable. Es posible acudir a los sistemas totalmente no lineales de última generación que ofrecen una relación costo/beneficio muy atractiva, pero que de cualquier modo suelen estar fuera del alcance de este tipo de empresas.

En la práctica estas operaciones funcionan con equipo lineal y de forma manual, y casi siempre es necesario recurrir a la pre-edición de bloques de comerciales para poder evitar sorpresas "al aire". Obviamente la flexibilidad es mínima y los costos operativos aumentan al tener que "bloquear" equipos para la tarea de editar los "rollos"...

Gracias a las grandes variaciones de costos en el mercado de los discos duros y las DDRs están empezando a aparecer nuevas opciones en el mercado. Tomemos el caso de una DDR de un solo canal equipada con 72GB de almacenamiento y un paquete de software para ejecución de playlists.

Estamos hablando de una caja de dos o tres unidades de rack con capacidad para hacer playback instantáneo de hasta 8 horas de material almacenado con una compresión MJPEG de 8:1, que puede ser suficiente para muchas operaciones de cable o canales abiertos de mercados pequeños. Suena muy bien...

Una opción de este tipo puede resultar muy atractiva, pero hay que ser precavidos. Es de esperar que una DDR controlada por un PC y corriendo un paquete de software de bajo costo no ofrezca el mismo desempeño que un sistema complejo con una tradición de varios años de desarrollo y, además, constantemente enriquecido por el feedback de muchos usuarios. Un sistema "hecho en casa" va a adolescer exactamente de lo que hace fuertes a los sistemas convencionales: Una integración robusta, que es la llave de la flexibilidad y la eficiencia.

Realmente no hay grandes novedades tecnológicas en este terreno. Los componentes son los mismos que usaría el fabricante convencional, y aparentemente las deficiencias en los sistemas de control pueden compensarse si se cuenta con personal bien preparado. De hecho, sólo contamos con el aparato tecnológico para hacer playback aleatorio de clips de video, pero hay que hacerlo parte de un sistema de trabajo para que sea funcional. Y por eso hay que dedicar especial atención a tres frentes del problema:

El primero es la alimentación del sistema. Contamos con un PC que controla una DDR, pero no necesariamente maneja la VCR que se va a utilizar para capturar el material en los discos duros. Y esto representa un problema doble: Primero, que puede ser necesario re-configurar la DDR para que trabaje en un ambiente lineal mientras captura material. Y por otra parte, va a ser necesario marcar manualmente los clips ya digitalizados y, este es un trabajo dispendioso y especialmente crítico para asegurar un buen desempeño.

El segundo problema potencial es la integración a la operación. ¿Será posible "disparar" el playback desde el switcher del máster? Esto puede necesitar un interfaz tipo GPI, o en algunos casos la disponibilidad de un puerto serial en la DDR. Generalmente, una solución basada en "disparo" desde el PC no va a dar buen resultado debido a las demoras inherentes a un sistema operativo de propósito general, como Windows. Y, desde luego, hay que considerar la compatibilidad de las señales. No hay que olvidar que con mucha frecuencia las entradas y salidas analógicas son opcionales.

Finalmente, hay que considerar la conectividad. Si la complejidad de la exigencia aumenta es posible que el control vía RS-422 sea insuficiente para asegurar un buen desempeño. Si varias DDR van a trabajar en paralelo sería mejor contar con conexiones de red que aseguren buena velocidad y eventualmente permitan alimentar directamente la DDR con el playlist. Por otra parte, hay que solucionar el problema informático del transporte de la información de los playlists entre el área comercial y el sistema de playback.

Un buen trabajo de ingeniería siempre se basa en la prevención de fallos y por eso también puede ser conveniente conseguir almacenamiento redundante. Con algo de aritmética se puede examinar el costo que puede representar la falla súbita de un disco duro de US$1500, que es exactamente el valor del segundo disco que puede "salvar la vida" del canal en una emergencia.

En conclusión, es perfectamente posible instalar un pequeño sistema de playback automatizado utilizando DDRs de bajo costo. El software necesario está en el mercado y es de esperar que en un plazo muy corto mejore drásticamente para solucionar muchas de las deficiencias actuales. Pero lo que hay que reevaluar juiciosamente es el costo operativo que puede acarrear hacer "en casa" el trabajo de integración del sistema. Y quizás por eso sea prudente esperar a que esta tecnología madure.