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Estaciones de bolsillo

Los equipos no son lo primero que se debe analizar antes de lanzarse a crear un canal propio. Lo importante es cumplir los objetivos de ?nuestro? canal: identificarse con la audiencia objetivo.

¿Qué tienen en común ‘cableros’, universidades, asociaciones comunitarias, alcaldes, iglesias, grupos indígenas y algunos centros comerciales? Para bien o para mal, todos quieren tener un canal de televisión. El boom de los ‘canales de bolsillo’ es uno de los fenómenos más interesantes en el mundillo de la televisión en América Latina, que por estos días alcanza proporciones similares a las del fenómeno de la radio comunitaria en los setenta y los ochenta.

Esta tendencia se hace más notoria a medida que nos alejamos de las grandes capitales, donde las operaciones ‘de bolsillo’ generalmente se limitan a los esfuerzos de los ‘cableros’ por cumplir las normas sobre canales propios. En la periferia florecen operaciones de televisión terrestre que en muchos casos logran competir favorablemente con las grandes cadenas –al menos por un tiempo.

Es materialmente imposible que un artículo publicado en una revista como TV y Video pueda ofrecer todas las respuestas para quienes quieren abordar un proyecto como este, pero a continuación ofreceremos algunas pistas que quizás contribuyan a hacer viables los proyectos de muchos de nuestros lectores que no están dentro de la gran industria, pero tienen en sus manos la llave del éxito: contenido local.

Investigación
Antes de empezar a preocuparse por cámaras y antenas, un canal tiene que adquirir una identidad. ¿Sabemos qué queremos lograr, o quizás –como ocurre con frecuencia– nuestro proyecto es una iniciativa ‘de moda’? El primer producto del canal debería ser un documento en el que se establezcan claramente los objetivos y el alcance de la iniciativa, así como su factibilidad y fuentes de financiación.

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¿Parece difícil? ¡Pues busque ayuda! Muchas facultades de Comunicación, ONG e incluso las mismísimas entidades reguladoras están dispuestas a promover y asesorar proyectos de este tipo. Un documento de referencia realizado con ayuda profesional puede servir también para abordar el proceso de legalización de la iniciativa, dimensionar el proyecto y empezar a buscar socios.

Una parte muy importante de este documento es la propuesta de programación. ¿Cuántas horas al aire va a tener el canal, y con qué se van a llenar? En esta etapa hay que empezar a buscar contactos con las posibles fuentes de programación: entidades estatales, universidades, embajadas, canales de cable... el noticiero local es una pieza inevitable en la programación de un canal ‘de bolsillo’ pero no puede llenar más de un par de horas al día en el mejor de los casos. Vale la pena buscar acuerdos con proveedores de señales satelitales, muchos de los cuales podrían estar interesados en una retransmisión de sus señales –especialmente si el proyecto tiene una clara afiliación política o religiosa.

¿Qué es lo más importante de una propuesta de programación? Que soporte la construcción de un vínculo con el público objetivo. La única esperanza de supervivencia para un canal ‘de bolsillo’ viene de la creación de una relación con la comunidad y sus intereses. Si los espectadores no sienten que el canal es suyo, el proyecto no es viable, y punto.

Esta observación puede parecer absurda pero infortunadamente resulta necesaria: es preciso que todos los socios tengan claridad sobre el tema de manejo de derechos. Algunas iniciativas de TV comunitaria han fracasado porque deciden rellenar tiempo al aire con películas alquiladas... o pirateadas. En algunas regiones se han visto señales con una programación que nada tendría que envidiarle a HBO. Y, evidentemente, esta es una posición bastante difícil de defender ante una intervención de las entidades reguladoras.

Desarrollo
El paso siguiente es el dimensionamiento de la operación desde una perspectiva técnica. Aún no se necesita pensar en luces y micrófonos. Lo primero es definir si vamos a hacer televisión terrestre o a valernos de la infraestructura de los ‘cableros’ locales. Quizás una salida pueda ser asumir parcial o totalmente la operación del canal propio de una operación de cable –de este modo, cada cual puede concentrarse en lo que quiere lograr y todos quedan muy contentos.

Independientemente de la opción que tomemos, el paso siguiente es empaparse de todo lo relacionado con regulaciones. ¿Hay restricciones en cuanto a frecuencias, potencia de transmisión o calificación del personal técnico? Es usual que sea necesario pagar al Estado por el derecho a usar un ‘espacio’ del espectro electromagnético, aun si se trata de operaciones sin ánimo de lucro. Algo de claridad en las etapas iniciales va a evitarnos dolores de cabeza más adelante.

Un aspecto importante es tratar de ubicar la operación en una frecuencia que no obligue a los usuarios a adquirir antenas adicionales. Infortunadamente, en la mayoría de países, los canales que se asignan a los canales ‘de bolsillo’ están en el rango bajo de VHF o en los últimos canales de UHF, los cuales requieren antenas especiales para asegurar una recepción razonablemente buena.

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El tema de supresión de interferencias es especialmente delicado. Los canales comerciales pueden ser espectadores desinteresados o peligrosos enemigos, dependiendo de si existe el riesgo de que nuestra operación afecte la transmisión de sus señales en la región. Un aliado interesante puede ser la radio local, que seguramente no estará muy feliz con la idea de competir con un canal de TV, pero probablemente aceptará alquilarnos algo de espacio en una torre para montar nuestra antena.

Finalmente, una recomendación especial: hay que pensar dos veces antes de aprovechar los ‘huecos’ que puedan existir en las normas. Tarde o temprano el Estado se dará cuenta de que ha dejado espacios y tratará de convertirlos en una fuente de ingreso... lo cual puede ser un golpe mortal para un canal ‘de bolsillo’ que se ve obligado a competir con las cadenas nacionales y quizás con la oferta del cable.

Montaje
Generalmente, no es mucho el dinero que queda después de solucionar la parte de transmisión, y este es uno de los factores determinantes cuando el canal aborda el montaje de sus sistemas de producción. Y aquí entra una pregunta esencial ¿vale la pena que el canal dedique un esfuerzo considerable a producir programación? Es posible que la opción más razonable sea dejar que otros generen programas y concentrarse en administrar un sistema eficiente para emitir esos programas.

En el mundo real, el canal siempre va a querer el control de una parte de la programación, por lo general centrada en la realización de un noticiero o en la transmisión en directo de eventos locales. Esto nos conduce al esquema preferido de muchas operaciones de bajo presupuesto: el híbrido estudio-sala de control-sala de edición. La verdad es que muchos canales deben conformarse con un montaje de este estilo, generalmente realizado por aficionados y con equipos del mercado prosumer: unos cuantos televisores, un par de camcorders, un mezclador de video, un par de VCRs, quizás un reproductor DVD, ojalá un pequeño titulador... y pare de contar.

¿Es posible operar un canal en estas condiciones? Puede hacerse, pero siempre que los medios lo permitan, hay que generar centros de trabajo independientes para producir, posproducir, hacer transmisiones en directo y emitir. La ruta hacia el aumento de horas al aire pasa por la separación de funciones y la reducción al mínimo de la necesidad de mover equipos de un sitio para otro.

La hoja de ruta podría ser más o menos así: en una primera etapa, el canal podría operar desde un estudio-sala de edición. Cuando sea posible invertir en un par de editores no lineales de bajo costo, será posible hacer transmisiones en directo o pregrabados mientras se edita material. Un par de VCRs adicionales o una grabadora de discos DVD pueden convertirse en recursos adecuados para liberar el estudio por unas horas mientras ruedan unos cuantos programas completos. Este esquema puede requerir un switcher o un mezclador de video adicional para poder hacer pasos ‘limpios’ entre estudio y pregrabados... pero de todas maneras no sobra tenerlo como backup.

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Quizá más adelante sea posible invertir en un pequeño enlace de 900 Mhz que permita hacer algunas transmisiones en directo, en principio con una sola cámara. Y cuando el éxito de la operación lo permita, quizás podamos reemplazar nuestro control máster por un sistema de automatización de bajo costo y convertir los equipos liberados en una pequeña unidad móvil. ¿Suena descabellado? La verdad es que este esquema puede lograrse con niveles de costo muy razonables.

No hay que descartar las soluciones que muchos operadores deben asumir en caso de emergencia: una PC con PowerPoint y un convertidor de VGA a video puede transformarse en una exitosa plataforma de avisos clasificados o en un sistema de anuncios. Con algo de ingenio quizás sea posible hacer un programa de videojuegos. Un par de cámaras de vigilancia montadas en sitios estratégicos podrían convertirse en una fuente de programación en directo. Las posibilidades son ilimitadas y lo esencial es contar con gente a la que se le ocurra este tipo de cosas.

Personal
Hablando de gente, si la operación del canal está basada en trabajo voluntario, la única opción posible es conseguir un par de buenos ‘capataces’ y esperar lo mejor. Si es posible contar con personal que tenga aspiraciones profesionales, hay que hacer todo lo posible para obtener capacitación de buena calidad. Si no es posible contar con un ingeniero, hay que tratar de enganchar un técnico electrónico capaz de manejar la instalación de los equipos y darle soporte a su operación.

Una opción obvia suele ser el personal que ha salido de la TV comercial y busca oportunidades en otros espacios. Hay que asumir que contratar desertores, como se les conoce en algunos países, es una proposición más bien riesgosa. La primera pregunta es evidente: si son buenos, ¿por qué no siguen trabajando en los grandes medios? Es cierto que personas con este perfil pueden convertirse en un gran aporte para su operación, pero hay que tener en cuenta que junto con su experiencia pueden traer una dosis de malos hábitos, que los canales pequeños definitivamente no necesitan. No descarte de plano la decisión de contratar desertores, pues pueden convertirse en excelentes ‘capataces’, pero evalúe cada caso cuidadosamente.

Y para terminar esta serie de consejos, una recomendación: nunca olvide que el principal motor de un canal ‘de bolsillo’ es el amor por un grupo, una causa o una comunidad. Cuando hacer televisión empieza a ser más importante que cumplir objetivos de comunicación, hay algo que no funciona. El look resulta secundario: lo más importante es no olvidar los objetivos consignados en el documento inicial que dio vida a su canal. Nuestro canal.

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