La expedición salió el 1º. de enero de 2004, desde la pequeña población de Puerto López, Meta (centro geográfico de Colombia). El primer gran reto que enfrentó: la humedad. Con temperaturas promedio de 35 ºC durante el día, y de 7 ºC al amanecer, la solución lógica, aunque incómoda, fue mantener las cámaras JVC dentro del impermeable junto con una bolsa de silica casi permanentemente. Esto pareció funcionar, aunque la constante aparición de la señal de "limpieza de cabezas" terminó convirtiéndose en un verdadero dolor de cabeza. Por otro lado, aunque la calidad de imagen es sorprendente, el tiempo de espera para que comiencen a grabar (de 3 a 5 segundos) resulta eterno, en especial cuando se tiene un cocodrilo delante de la cámara.
El polvo y la rudeza del camino resultaron mortales para las Sony Handycam DCR-PC 105 Mini DV. En menos de una semana el carro de arrastre de la cinta ya se les había roto a las tres; a una, la pantalla de cristal líquido se le rompió e imposibilitó el acceso al menú. Finalmente, dos de ellas murieron cuando una de las camionetas terminó sumergida en un río después de salirse de una carretera en Venezuela, y la otra, que a pesar de los achaques finalizó con nosotros la travesía, desapareció junto con gran parte de los equipos, víctima de un robo a nuestra llegada a casa.
Las bajas temperaturas en el estrecho de Magallanes, que en ocasiones llegaron a -60 ºF, la humedad permanente y la alta salinidad del viento en el océano Pacífico, resultaron la prueba más dura para las dos Sony DSR PD 170, y la solución terminó siendo la misma que en los ríos, más una constante y permanente limpieza. El final trágico de estas no tuvo nada que ver con su funcionamiento, ya que una murió de "paro cardíaco" cuando seguíamos una manada de delfines y una ola la empapó; a pesar de los esfuerzos por salvarla, el agua de mar le resultó fatal.
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