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El debate en televisión

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No sacar conclusiones para que el ejercicio sea más abierto y que el televidente haya aprendido algo. La conclusión tiene que ver con el ambiente o con dejar alguna con inquietud general en los televidentes, pero no cerrar con una verdad absoluta.

Por: PhD. Luis Fernando Gutiérrez Cano y MG. Luis Jorge Orcasitas Pacheco

La presente entrega se centra en los conceptos y planteamientos que brinda la Dra. Ana María Miralles Castellanos sobre el debate en televisión, los criterios para su realización, la importancia de este en la generación de la opinión pública y el hecho de estar en red cómo cambia las dinámicas.

Miralles fue docente e investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana, ganadora de los Premios Armando Díaz Moncaleano y del India Catalina como mejores programas universitarios en televisión, también participó como secretaria de la Red Mundial de Periodismo Público, entre otros cargos.

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¿Qué pretende un género como el debate: ¿generar opinión pública, conversación después de ser visto u orientación a la audiencia?
Ana María Miralles Castellanos: Yo diría que un poco de todas las que mencionan, aunque después de haber tenido alguna experiencia práctica con este género televisivo, el cual es bastante ausente y se ha caracterizado por debates muy programados en donde nadie quiere discutir con nadie, afirmación que ya la había anunciado Pierre Bourdieu en su libro Sobre la televisión, Anagrama, 1997); también tiene que ver con el “hagámonos pasito”.

Alguna vez una señora en la calle me reconoció y me dijo: “Usted nos pone a pensar”, y yo diría que, más al fondo de las tres características que se mencionan en la pregunta estaría este rasgo en particular. Lograr que un género o formato como el de la televisión ponga a pensar a la gente sería una gran conquista en el género del debate. Entonces yo indicaría que generar opinión pública es un proceso que viene después, pero cuando uno enfrenta al televidente a los temas de actualidad, visto desde múltiples participantes que piensan diferente, se puede lograr que la gente que consume televisión, al ver eso de una manera racional, civilizada y hasta amistosa, le resulte mucho más pedagógico.

¿Por qué un formato como el debate que reúne como una multiplicidad de ideas, no es tan común o popular en nuestras pantallas?
Ana María Miralles Castellanos: Para referirnos a países de habla hispana como México u otros de América Latina, incluso España, donde es muy común este tipo de programas, en Colombia no, tal vez desde mediados de los ochenta hasta mediados de los noventa el debate prácticamente ha desaparecido. Pues yo apostaría por lo que trabajé en el libro El miedo al disenso (Gedisa) en el año 2011, que tiene que ver con los rasgos de nuestra cultura, cultura que le teme al disenso, le teme a la contradicción; si lo ponemos en términos del que opina lo contrario, este es un enemigo, no un adversario, y al enemigo no hay que escucharlo, hay que eliminarlo física o moralmente.

Por ello, creo que en nuestra cultura incluso uno lo puedo observar en las discusiones de clase a nivel de pregrado, que no estaba bien visto que un estudiante entrara dejando mal a otro estudiante frente al profesor o porque esto de pronto hacía flaquear el consenso. Yo he visto que hay una dependencia del consenso, un miedo a salirse de él, que arropa, que nos deja tranquilos, porque de una manera hay que reconocer que manifestarse como un disidente acarrea consecuencias como designar a esa persona como conflictiva, por fuera del orden colectivo.

¿Cómo apelar a la buena información y a la contextualización para que los televidentes tengan elementos de juicio para formarse sus propias opiniones?
Ana María Miralles Castellanos: Yo creo que la experiencia de esta señora que me dijo que el programa En Rojo y Negro de la UPB nos pone a pensar, ya es un indicador de que cuando uno lleva a un set de televisión a personas de pensamientos muy diferentes, que llamó la atención sobre un punto: no sean solo dos puntos de vista, A que se opone a B o B que se opone a A, sino cuando uno intenta abrir un espectro considerando las limitaciones que tiene el género televisivo de poner en el set a 4, 5 personas para exponer puntos de vistas diferentes, aunque sean opiniones, están atravesadas por las experiencias.

Por consiguiente, visibilizar esos puntos de vistas diferentes ya para un televidente es una mezcla de información y opinión que resulta muy valiosa para la construcción de la opinión de esos televidentes. Muchas veces lo dijimos en las aulas enseñando opinión pública, no es suficiente con la información para formar opinión pública, esa es una de las grandes conclusiones que yo saqué con el proyecto Voces Ciudadanas¹. Esa es una de las rupturas que yo planteo en los libros Periodismo, Opinión Pública y Agenda Ciudadana, en donde digo que no es suficiente con la información.

Justamente hoy, en la era de la información, la gente está pidiendo acceder a los procesos de análisis e interpretación y verlos en acción con personas que no se asusten con la televisión, que no se intimiden de confrontar a otros para no caer en la trampa de algunos programas de debate que hubo en la televisión colombiana en donde hablaba el uno, el otro, ni se miraban, cada uno se lucía con lo suyo. Esto es simplemente sería una exposición muerta de lo que sería un debate.

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En este contexto: ¿Cuáles serían esos elementos claves para construir un espacio de debate audiovisual?
Ana María Miralles Castellanos: Lo primero que quiero recordar es que el programa En Rojo y Negro, y hago un paréntesis: el nombre visto desde ahora se debía a que eran los colores institucionales de la Universidad Pontificia Bolivariana y de su bandera, pero me parece que llama un poco a la idea que nosotros tuvimos desde el comienzo con el programa, que era el debate, porque no puede haber solo dos posiciones. Entonces, lo primero que quiero recordar es que nosotros hacíamos una planeación muy rigurosa del programa; primero, la selección de un tema porque no puedes debatir de cualquier cosa sobre la que no hay interés; no puedes montar artificialmente un debate: un tema que represente algún conflicto, algo no resuelto por una sociedad, algo que está “tallando en el zapato”.

Lo segundo, es que nosotros -por ejemplo- en este programa de debate, lo que hacíamos era encontrar ese eje problemático y planear cuidadosamente los invitados porque si tú seleccionas mal, si tú censuras desde el comienzo y si tú te vas más por una persona que sea telegénica, pero que no tenga tanto contenido, la función del debate no se cumple. Por esa razón, nosotros teníamos una política de ‘quien vaya a hablar sobre este tema, que no lo haya hablado antes’.

Aunque la lista al principio puede ser grande y se vaya reduciendo por efectos del set, se intenta que estén representadas diferentes posiciones para que haya suficiente ilustración. Por otra parte, deben cumplir, además de la condición de dominar el tema, haber estado metidos en este tema para que no opinen desde afuera; del mismo modo, estar dispuestos a aceptar unas reglas de juego de discusión respetuosa y racional para que no se convierta en un “gallinero”, porque ese es otro de los defectos que ha habido en los supuestos programas de debate en España o también en Colombia, en donde lo que hay es una confrontación y se convierte en un asunto del que más grite. Es una cosa espantosa donde siempre tiene que haber un vencedor y un vencido; alguien que tenga la última palabra y esa no es la idea.

¿Qué opina sobre el papel de acompañar el debate con reportajes para la discusión?
Ana María Miralles Castellanos: Me parece un acierto y hay que reconocer el trabajo del productor y realizador alemán que nos acompañó en el programa, Marco Berger, quien nos orientó en esa parte. La información juega un papel importante en la opinión pública, entonces nosotros hicimos todo el paquete, no nos quedamos solo en la información, sino que poníamos esas pequeñas notas bien investigadas como provocación, pero al mismo tiempo como insumo para recordar.

Por lo anterior, yo creo que esa producción de reportajes alrededor del tema integrado al debate, sin que se llegue al protagonismo solo de la nota informativa, sigue siendo un elemento que me parece importante de tener en consideración. Solo cuidaría al extremo en la medida de lo posible que no vaya a tener un sesgo que induzca de alguna manera a esa “cerrazón” de posibilidades para mirar ampliamente los temas.

En ese sentido, el papel del moderador es clave para poder articular todo eso: ¿Cuál sería ese moderador adecuado para conducir un debate audiovisual que cumpla con esas características que hemos venido hablando?
Ana María Miralles Castellanos: Yo voy a hablar de una clave que me parece fundamental: yo considero que quien maneje, modere o presente un programa de esta naturaleza debería formarse un poquito en las técnicas de la deliberación y argumentación; esto tiene un bagaje teórico bien importante: hay una parte muy teórica y una parte muy práctica. Yo, por ejemplo, tuve la oportunidad de trabajar el tema más filosófico de lo que significa deliberar, la cual es una palabra que se usa mucho, pero se ha vulgarizado, es decir, como que no sabemos qué estamos diciendo cuando decimos deliberar y deliberar es pensar y argumentar, entonces hay una parte profunda que es filosófica.

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Yo tuve la oportunidad en Estados Unidos de pertenecer a un grupo en donde se trabajaban las técnicas de la deliberación y nos invitaban una vez al año a Dayton, Ohio, a trabajar en las técnicas de la deliberación, entonces era una visión muchísimo más práctica de cómo lograr que alguien hable sobre cómo lograr que no acaparen la palabra y cómo cuidar ese tejido de producción de la palabra. En últimas, el moderador es un facilitador, es una persona que actúa, pero que no se note que actúa, que no tenga sesgos, que permita que las diferentes voces vayan emergiendo y sea capaz de mantener ese equilibrio entre las personas en las intervenciones y también ir tejiendo e ir anotando lo que se va recabando en la participación de la gente.

Entonces sobre eso sí hay una formación que yo no voy a decir que es de especialización, que uno puede hacer un poquito de manera autodidacta, pero el camino es esto de saber qué es argumentar y deliberar. Después conseguir una persona que sea telegénica, que no le de miedo las cámaras, que sea capaz de manejar los planos y esto ya es más fácil de conseguir.

¿Nos encontramos ante una nueva opinión pública más ilustrada y con un número mayor de actores o, por el contrario, esta no ha evolucionado?
Ana María Miralles Castellanos: Yo diría que no, que no está más preparada; teóricamente debería estarlo porque hay más posibilidad de acceder a información, pero todos sabemos que la información de la que disponemos no necesariamente es la mejor. Además, hay mucha gente compartiendo fake news y está el tema de mucha gente compartiendo lo que ni siquiera ha entendido; creo que hoy más que nunca se justifican los programas de debate y estos grandes intérpretes de la actualidad, columnistas de opinión y este tipo de debates porque de pronto lo que más está faltando es una orientación, pero ojo, no orientación de haga esto, piense esto, sino de abrir esas perspectivas de análisis desde diferentes posiciones y perspectivas.

Lo anterior tienen que ver con el hecho que se presentan verdades acabadas, estamos inclusive en un problema más grande, hoy en día yo no creo mucho en las encuestas, creo que el big data nos presenta más y mejores posibilidades que las encuestas tradicionales o los sondeos de opinión; asimismo, nos falta ponernos al día en tratar de transformar estos datos que circulan en la red, cómo convertimos en información y en cocimiento. En el dato no hay información, el dato es un dato que tenemos que convertir en conocimientos. Si esto se hiciera, hablaríamos de una nueva opinión pública, más ilustrada, más inteligente. Marta Toledo trabajo este tema, ¿qué sería una nueva opinión pública en redes?

¿Cuál sería el papel ahí en ese contexto de las redes sociales? ¿cómo Facebook o YouTube participan en la construcción de opinión pública? Y, ¿cómo generar desde las redes sociales esa opinión pública?
Ana María Miralles Castellanos: Nosotros hemos conversado también eso de manera no tan académica, pero sí de manera muy personal, el asunto de cómo el debate ha pasado de la televisión o prácticamente desapareció de nuestra televisión y migró sobre todo hacia esos canales de redes sociales. La palabra que quizás estás buscando es la emergencia de la opinión pública, la diferencia entre lo que entendíamos antes por opinión pública y lo que podríamos empezar a comprender hoy como opinión pública está en que antes se producía, se construía y hoy lo que se está proponiendo es considerar que la opinión pública es emergente y de dónde emerge, es empírica y ahí está el papel de esas redes sociales que tú mencionas.

La idea para mí de opinión pública es cómo establecer opiniones, conexiones entre opiniones de personas que ni siquiera se conocen, en hilos de conversaciones, sin discriminar por posiciones de notoriedad a quienes opinan, sino a través de un trabajo de análisis de redes y big data que para mí es una forma de construcción de emergencia de agendas ciudadanas de manera analógica de producción; se trata de trabajar con inteligencia artificial para comprender lo que la gente está diciendo sin entrar en juzgar si están equivocados o no. Ya la diferencia es muy grande y las Ciencias Sociales, dentro de las cuales está producir programas de televisión, formar periodistas y demás, debería ponerse al día a frente a estas nuevas formas de emergencia de la opinión pública y frente a estas formas nuevas de producción del conocimiento en la sociedad del siglo XXI.

Sin duda que un género como el debate sirve para conectar a los ciudadanos con la vida pública y potenciar la capacidad de deliberación de la ciudadanía ante los asuntos de interés público, cada vez que la ley de televisión colombiana concibe a esta como un servicio público, es decir un lugar para todos. Queda pendiente la invitación que plantea Miralles de vincular las redes sociales dentro del análisis de la deliberación colectiva dentro del contexto de los grandes datos.

*Luis Fernando Gutiérrez Cano y Luis Jorge Orcasitas Pacheco, son profesores de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Colaboración especial en esta edición de las estudiantes de la Facultad de Comunicación Social Valentina Ciceri Tobón, Matías Orduz Machado, Natalia Ceballos Hoyos, Valentina Munera Jaramillo e Isabela Escobar Villegas.

Richard Santa, RAVT
Author: Richard Santa, RAVT
Editor
Periodista de la Universidad de Antioquia (2010), con experiencia en temas sobre tecnología y economía. Editor de las revistas TVyVideo+Radio y AVI Latinoamérica. Coordinador académico de TecnoTelevisión&Radio.

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