Pero lo que me preocupa en verdad es lo que esta situación puede traer para mercados sensibles al precio, como el latinoamericano, el cual estaba gozando de dos situaciones fenomenales para la masificación de la tecnología: los bajos precios de la divisa estadounidense y la disponibilidad de importantes flujos de capitales, producto de las generosas ventas de materias primas. Este nirvana macroeconómico condujo a que la región se convirtiera en un atractivo y dinámico mercado, pues en medio de la quietud de mercados como el de Estados Unidos y Europa, nuestros países comenzaron a demandar más y mejor tecnología. La respuesta es clara, había excelentes productos a los precios que los latinos podíamos comprar.
Pero ahora la situación cambió. Ya parece que no tendremos tanto dinero y el dólar subió. Este será el “agosto” de esos fabricantes poco serios de tecnología de poca calidad, que no tienen una cadena de soporte bien definida y que no capacitan al integrador/instalador de audio y video. Quiero aclarar que no me refiero a los orientales en general. Las grandes marcas han surgido de esta región, pero han crecido con base en un dedicado trabajo de investigación y desarrollo. Hablo es de marcas fantasmas, de las cuales infortunadamente no se sabe mucho.
Es importante entonces que nos pongamos a pensar sobre ciertos detalles. Comprar con base en el precio más bajo no es la mejor estrategia en épocas de crisis. América Latina es un mercado que viene en franco crecimiento y desarrollo tecnológico, así que no es lógico que lo empecemos a llenar con juguetes de poca durabilidad. No olvidemos que un mercado es serio cuando quienes lo conforman son precisamente actores serios.
Hasta la próxima
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