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¿Esto se arregla en posproducción...?

La implantación de la tecnología moderna de audio para video en nuestra región se ha visto considerablemente limitada por las condiciones económicas de la industria, que también sigue la tendencia a minimizar la importancia del sonido en la producción.

Los realizadores de televisión tenemos cierta tendencia a pasar por alto el sonido en nuestros productos. Damos por sentado que mientras el mensaje sea suficientemente claro y los niveles de volumen sean adecuados, todo está bien. A menudo el control de calidad en locación se limita, cuando hay tiempo, a un chequeo periódico del nivel de señal. En los peores casos, la sonorización se reduce a mezclarle música a una pista de voces y efectos que se monta de cualquier manera al editar el material.

En ocasiones, el sonido puede quedar grabado con problemas serios, pero muchas veces nos negamos a repetir tomas para mejorar el audio. Y es en estos casos cuando surge la frase mágica: "OK, esto se arregla en posproducción... siguiente toma, por favor". Cuando llega el momento de procesar el material con audio deficiente, a menudo nos vemos obligados a copiarlo tal como se ha grabado y a resignarnos a seguir trabajando con un bajo nivel de calidad.

Separar tareas

En muchos casos las empresas productoras diseñan sistemas de trabajo que ofrecen un aparente ahorro al llevar la posproducción de sonido a las salas de edición. La idea es que la misma instalación que se utiliza para montar imagen puede servir para la posproducción de sonido, y que para lograr esto sólo es necesario agregarle algunos elementos. Quizás un mezclador de sonido más grande, un reproductor de discos compactos, una grabadora DAT, hasta un equipo de minidisc... En principio, la idea parece razonable. Con una pequeña inversión adicional la sala de edición puede cumplir dos tareas, lo cual resulta ideal para un productor que siempre enfrenta problemas de dinero.

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Este esquema puede funcionar si se van a realizar productos sencillos, que no exijan una posproducción sonora muy sofisticada. Sin embargo, en un plazo largo, estos sistemas multifuncionales tienden a ser antieconómicos. ¿Por qué? Pensemos en la ocupación de la sala. Supongamos que se trata de realizar un dramatizado sencillo, que quizás se edite en unas doce o quince horas. Durante este tiempo, la mayoría del equipo de sonido de la sala estará apagado. Y mientras se pasan cuatro o seis horas sonorizando un programa, la mayoría del equipo de video, que seguramente incluye una costosa unidad de efectos, estará bloqueado. ¿No tendría más sentido aumentar un poco la inversión inicial e instalar un sistema independiente de posproducción de sonido?

Por otra parte, la posproducción sonora en una sala de edición impone limitaciones técnicas que afectan seriamente la productividad en estas aplicaciones. La mayoría de formatos de grabación de video que se utilizan en nuestra región disponen solamente de dos canales de audio editables. En algunos casos estos canales sólo pueden usarse en paralelo, lo cual limita dramáticamente las posibilidades del sistema. Algunos equipos permiten usar técnicas de channel bouncing o copiado de canal a canal sobre la misma cinta. De este modo es posible mezclar diversos elementos sonoros haciendo varias copias consecutivas entre los canales de la cinta, pero estas mezclas son irreversibles, pues cada paso del proceso borra el anterior.

Un editor hábil puede superar estos inconvenientes al utilizar las otras grabadoras de video disponibles en la sala de edición. En estas condiciones, el operador logra emular la funcionalidad de los equipos de un estudio de sonido convencional y es posible mejorar notablemente la calidad del producto. El inconveniente es que, para lograrlo, nuestro editor utiliza y desgasta varias grabadoras de video de alto costo, para una tarea que puede hacerse mejor con una grabadora de audio multitrack que casi siempre tendrá un costo menor al de una sola grabadora de video.

¿Cómo mejorar?

Empecemos por aclarar que la función básica de un sistema de posproducción de sonido no es corregir defectos del material. Se trata de tener una instancia que permita producir pistas de sonido de mayor riqueza, más competitivas y que permitan atraer la atención de un público que se hace cada vez más exigente por su contacto con el sonido estereofónico de los canales satelitales. Por otra parte, la migración al sonido estereofónico es mucho más complicada si no se cuenta con sistemas especializados de audio para video.

Para aumentar la flexibilidad de los sistemas de posproducción sonora el recurso básico es aumentar la cantidad de canales de sonido disponibles. Al tener todos los elementos separados es posible controlar al máximo su incidencia en las mezclas finales y pueden hacerse cambios sin afectar otros componentes de la pista de sonido. Además, se abre la posibilidad de hacer sub-mezclas para generar versiones con una musicalización diferente o las pistas de música y efectos que son indispensables para hacer doblajes a otros idiomas.

En las grandes producciones cinematográficas es frecuente encontrar pistas de sonido que utilizan más de 32 canales, lo cual está completamente fuera del alcance de los presupuestos normales de los realizadores de video. Un compromiso adecuado es, entonces, el uso de equipos de ocho canales que dan bastante flexibilidad, permiten lograr mezclas perfectamente adecuadas para escuchar en televisores corrientes y pueden resultar una experiencia interesante en equipos estereofónicos con amplificación de alta calidad.

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Normalmente un sistema de audio para video está montado alrededor de una grabadora de ocho o más canales, la cual se sincroniza con una grabadora de video de bajo costo. En la mayoría de los casos se utilizan copias en un formato diferente al del master del programa –para disminuir los costos y evitar el deterioro de la cinta–, pero es común encontrar sistemas que utilizan el formato original. Por supuesto, es necesario contar con un mezclador de capacidad adecuada, micrófonos, equipos de playback, unidades de efectos y una cadena de procesamiento que facilite el trabajo del operador y permita mantener niveles óptimos de señal.

Estos equipos suelen manejarse mediante un sincronizador –un controlador especializado que utiliza el código de tiempo para mantener perfectamente alineado el playback de las dos máquinas–, de tal forma que siempre se conserve la sincronía entre la cinta de audio y la de video. En algunos casos el sincronizador puede controlar varias grabadoras de sonido para aumentar los canales disponibles. Así es posible ir agregando elementos en canales separados y luego hacer un mixdown con el sonido definitivo del programa e insertarlo nuevamente en la cinta original.

Otras opciones

Muchas empresas no pueden asumir los costos de equipos nuevos para sistemas de posproducción sonora y optan por montar sistemas más limitados pero que les permiten optimizar el uso de las salas de edición y en algunos casos aprovechar equipos usados que están disponibles. Es frecuente que se reemplacen los sincronizadores con controladores de edición sencillos, o que se utilicen máquinas de video obsoletas para aumentar los canales disponibles. En algunos casos las empresas adoptan alguno de los formatos digitales que permiten manejar cuatro canales de sonido editables, y así se obtiene mayor flexibilidad.

Por otra parte, muchos productores miran con atención las posibilidades de la tecnología de audio digital, que ofrece opciones que permiten reemplazar total o parcialmente los sistemas convencionales de audio para video. El mercado ofrece desde workstations completamente integradas hasta grabadoras de audio multitrack basadas en computadores personales corrientes. Sin embargo, los productores tienden a mirar con cierto recelo los sistemas completamente digitales, lo cual puede justificarse cuando recordamos los dolores de cabeza que suelen acompañar la instalación de cualquier equipo con tecnología de punta.

Numerosas empresas de producción tienen disponible parte del equipo necesario para montar sistemas analógicos de audio para video, y esto hace que resulte muy atractiva la posibilidad de adquirir únicamente los elementos indispensables para sacar de las salas de edición la carga del trabajo de sonido. Por ejemplo, es frecuente encontrar instalaciones basadas en grabadoras digitales multitrack que trabajan en un ambiente analógico y se manejan con pequeños controladores de edición, o incluso con el tablero frontal de una grabadora de video. Este tipo de soluciones permite implementar sistemas eficientes de posproducción sonora de bajo costo y muy buena calidad mientras se les da un compás de espera a los sistemas completamente digitales. TV&V

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