Vamos a partir de un principio fundamental: la imagen electrónica, que se registra en cinta magnética, puede manipularse como la imagen fotográfica, que se genera por medios fotoquímicos.
Sin embargo, cuando se trabaja en video, el manejo de la luz se entrega a los controles automáticos, y genera una serie de vicios y carencias en el creador de imágenes. La automatización ha generado una especie de pereza en la creación, cierta falta de rigor y de control de las posibilidades técnicas de los instrumentos propios del realizador de productos audiovisuales.
A veces los realizadores aceptan pasivamente la imagen que entrega la cámara, como si fuera producto de la fatalidad tecnológica. En vez de enfrentar resueltamente las limitaciones de las cámaras de video para lograr trabajos de iluminación con contrastes y matices, se limitan a buscar procedimientos de iluminación que les permitan obtener resultados aceptables en cualquier circunstancia. Y esto es perder posibilidades creativas.
Para cambiar esta situación hay que dejar de tratar a la cámara de video como directora de fotografía, y pensar en ella como un artilugio cinematográfico dedicado a capturar las imágenes que se le pongan al frente, no a condicionarlas.
Es perfectamente posible recuperar los valores estéticos de los procedimientos tradicionales de iluminación y respetar los abominables parámetros técnicos que debe seguir la señal de video.
Qué medidas tomar
El primer paso es recuperar las herramientas del fotógrafo: lo más importante para asimilar la cámara de video a una de cine es:
- establecer un factor básico de sensibilidad a la luz;
- determinar una equivalencia entre el comportamiento de la cámara y el de la película: si se conoce este factor es posible convertir el iris de la cámara en un aliado creativo, y no en una restricción.
Usar el exposímetro
Establecido el valor ISO/ASA, podemos emplear algunas herramientas del fotógrafo, como el exposímetro usado para encontrar la "velocidad" de nuestra cámara. Así podemos manipular la luz con los medios tradicionales, para llevar la imagen a condiciones extremas sin exceder los estrictos límites que impone el trabajo en video.
Cuando el fotógrafo que trabaja en video cuenta con un exposímetro como herramienta puede determinar los niveles de luz conforme a sus necesidades estéticas, manejar con cierta precisión las relaciones de contraste de su imagen, ajustar las altas luces y encontrar equivalencias apropiadas para los niveles de subexposición o sobreexposición que quiera lograr en un momento especial.
En definitiva, este procedimiento permite recuperar la posibilidad de hacer un trabajo visual riguroso, controlado y estructurado según los parámetros de la fotografía profesional.
Nota sobre el autor:
* Director de Fotografía, colombiano.
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